07 abril 2015

Los misterios del horizonte

But if you close your eyes,
Does it almost feel like nothing changed at all?
And if you close your eyes,
Does it almost feel like you've been here before?
Pompeii, por Bastille.
 
A veces me pregunto si llegaré a terminar alguna de las cosas que comienzo. Lo cierto es que soy terrible manteniéndome al día con todo. Si escribo, no estudio. Si estudio, no dibujo. Si dibujo, no escribo nada en el blog...
A decir verdad, nunca escribo nada aquí. La verdad es que sólo recordé la existencia de este blog porque una amiga me dijo ayer que lo había encontrado (Si estás leyendo esto, Hola c: ). Y es que entre el mar de exámenes, mis prisas por terminar el mural de la pared (Que aún no he terminado, jejeje), decepciones con otras tres editoriales (en serio, ya ni sé por qué lo intento) y demás problemas emocionales que no vienen al caso, dejar entradas aquí había sido la menor de mis preocupaciones.
Pero he vuelto, o al menos, volveré por unos días, porque tengo que estudiar otra vez.
Lo que nos lleva al tema de hoy.
¿Alguna vez se han preguntado si están haciendo suficiente? Si están poniendo suficiente empeño, si en serio están luchando o deberían esforzarse más. Si no están siendo la mejor versión de ustedes mismos que podrían llegar a ser, simplemente por falta de organización.
En los últimos meses me he estado preguntando eso. ¿Estoy sacando las mejores calificaciones que puedo obtener? ¿Estoy poniendo todo mi empeño en mis novelas, en mis dibujos? ¿Estoy ayudando a todo el que puedo ayudar? ¿Estoy dando lo mejor de mí todos los días?
¿Estoy arruinando algo en mi futuro al no hacerlo? Quizás estoy destinada a ser la próxima J.K. Rowling, y nunca llegue a serlo porque no terminé esa novela que iba a lograrlo. Quizás mis notas no me consigan ese postgrado en París que tanto sueño con hacer, porque hay más de 100 personas mejores que yo. Quizás este año haya otras 100 personas mejores. Quizás el que viene haya 100 más.
¿Cómo sabes que estás haciendo suficiente? ¿Cuándo es momento de parar?
¿Cómo saber qué cosas me arrepentiré de haber hecho -o de NO haber hecho- en 10, 20 años? Es una costumbre humana, casi una maldición, mirar atrás. Preguntarse qué habría podido ser de haber tomado otra decisión a la que tomamos. ¿Cómo sabes cuándo estás tomando la decisión correcta?
Quizás nunca lo sabes.
Quizás no hay respuesta correcta. Quizás todas lo son, o ninguna lo es.
Quizás estamos destinados a vivir a la sombra de lo que habría podido ser. A revivir el pasado sin importar qué, a vivir inconformes, ambiciosos, hambrientos, llenos de sueños que brillan como las llamas de una fogata y que no consiguen sino encender otros mil sueños más cuando se logra llegar a ellos. Quizás no seamos sino figuras en sombras, destinadas a extender los brazos en busca de arañar las estrellas, a pesar de que hay kilómetros enteros de cielo y universo y VIDA de por medio.
¿Es malo, quizás, querer alcanzar las estrellas? ¿Es malo preguntarse qué querremos alcanzar después? Preguntarse si miraremos atrás, arriba en la distancia, a la tierra que dejamos, y nos diremos que estábamos mejor abajo, con ojos soñadores y dedos hambrientos.
Es humano, supongo, anhelar la felicidad al punto de preguntarse si realmente somos felices. Arrepentirse de cosas a pesar de haber conseguido todo lo que se quería, y llegado, sin saberlo, a la mejor versión de uno mismo a la que se puede llegar.
Quizás el chiste está en no mirar atrás. En negarse ese impulso auto-destructor de derrumbar nuestro propio castillo con dudas y temores. ¿No estamos mejor así, ignorantes de la basta extensión de nuestro propio universo, de las posibilidades?
¿No estamos mejor creyendo que sí lo logramos? ¿Que alcanzamos las estrellas, y ahora alcanzaremos el impredecible mundo al otro lado?
Sé que no lo he logrado, sé que lo haré. Soñaré con ello, al menos. Quizás parte de alcanzar una meta dependa de eso. Hasta entonces, seguiré de puntillas, con los brazos extendidos y los ojos en la distancia, en busca de aquello intangible que quizás nunca llegue, que quizás no exista, que quizás no valga la pena... Pero que sigue siendo tan lejano como atrayente.
Después de todo, todos quieren alcanzar el cielo.
Sin más nada qué decir, se despide,

S.C. (Co-bloggeando con Mel e Isabella)

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