28 marzo 2011

Sola en la oscuridad.

Nunca fui buena contándole mis problemas a los demás. No soy el tipo de persona que se sienta a decirle a su mejor amiga lo que le pasa. De las que busca un hombro para llorar y una voz que la consuele. Por mucho tiempo creí que era porque no contaba con la persona indicada, pero no son los demás, soy yo. Tengo tanto miedo de mostrarles a las personas como soy de verdad, de contarles lo que siento y lo que pienso, que en la mayoría de los casos simplemente dejo que piensen que soy alguien que no soy, porque me aterra la idea de ser juzgada. Me escondo detrás de esta imagen de timidez, de esta máscara de felicidad, invento mi mejor sonrisa y le enseño al mundo mi mejor actitud con tanta convicción que llega un momento que hasta yo me creo que soy feliz.

Normalmente, no es un problema vivir con esta pared de hielo imaginaria, esta barrera que me aisla de los demás y me mantiene encerrada en un mundo donde nadie puede hacerme daño, donde no pueden lastimarme. Pero también tiene sus desventajas. Hay momentos en que pasan tantas cosas, en los que sientes que el mundo entero se derrumba sobre tus hombros y todos están en tu contra. Esos son los momentos en los que busco alguien con quien hablar (ya sea en persona, por el teléfono o en la computadora) y siempre pasa lo mismo: Me quedo mirando la pantalla (o la persona), escribo/digo algo como que "Quiero contarte algo" o simplemente el nombre de la persona seguido de una pausa excesiva.... Y es en esa pausa que cambio de opinión: Me digo que no es importante, que no vale la pena, que pensarán que soy una exagerada y una dramática, que soy una mujer fuerte y lo superaré por mi misma, que no vale la pena molestarlos... Que no lo comprenderán- Aunque, en realidad, no me preocupa que no me comprenda. No estoy pidiendo una persona que me entienda, no pido palabras de aliento ni palmaditas en la espalda. Es solo que, de vez en cuando, me gustaría tener alguien que me escuchara. No tendría que hacer mucho, solo sentarse a mi lado. Y escuchar.

Pero yo misma hice eso imposible.


En su lugar, me quedo callada, y dejo que las emociones se acumulen hasta tal punto que llega un momento en el que no puedo contenerlas más, y es cuando explotan. Emergen, como una marea gigantesca, hundiéndome hasta el fondo en mi propio mar de soledad y desesperanza. Me rodean, como sombras heladas, y me engullen, me absorven, hasta que no puedo soltarme. Atan mis brazos y jalan mis piernas, de manera que por mucho que patalee, por mucho que me esfuerce para volver a la normalidad, no puedo hacerlo. Tapan mi boca con sus horribles y frías garras y me impiden gritar. Ocultan cualquier rayo de luz que pudiera quedar en el cielo.


Es entonces cuando me siento increíblemente sola. Es cuando me invade la horrible sensación de que a nadie podría importarle menos lo que me pasara. Que podría detenerme en el centro de un cuarto repleto de gente y gritar a todo pulmón, pero nadie me prestaría atención. Que me estoy desangrando poco a poco, muy lentamente, y apesar de que todos me ven nadie en verdad... Me ve. Nadie ve el cuerpo agonizante escondido detrás de la desgastada sonrisa. Nadie ve que estoy a punto de derrumbarme, que con cada segundo que pasa me desmorono más y más. Nadie ve las grietas que desquebrajan la coraza donde me escondo. Porque he interpretado tan bien mi papel por tanto tiempo que ya nadie ve más allá de él.

Llega el momento en que siento soy invicible, que no encajo en ningún lado. Que no tengo a nadie. Porque las sombras han llegado hasta lo más fondo de mí, hasta la raiz de mi propia alma, de mi corazón, y me impiden ver cualquier cosa que no sea la tempestuosa oscuridad en la que me tienen cautiva.

Y ellas se ríen. Se ríen de mí, porque saben que yo misma me cause esto. Fui yo quien atrajo las sombras hacía mí, fui yo quien gota a gota creó el tempestuoso mar que ahora me agita el pecho. No fueron las sombras las que me encerraron en un cuarto oscuro sin puertas ni ventanas donde nadie podría jamás ayudarme. Fui yo. Y jamás podré cambiar eso.

¿Querías estar sola? ¡Felicidades, niña! ¡Estás completamente sola!



S.C.

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