31 marzo 2011

Una culpa heredada

Estoy trabajando en la síntesis para una posible novela. Quería escribir algo de misterio, mi propia versión de una novela de asesinato, que mezclara mi anormal gusto por todas las series de policias y detectives, y a la vez, estuviera contada desde un punto de vista diferente al usual.


Les dejo una pequeña síntesis, para que me digan su opinión ;) Estoy trabajando en el título. Hasta ahora, Kyoko y yo estamos de acuerdo con "Una culpa heredada", pero pueden aportar sus ideas:


Síntesis:


La vida de Margaret “Mag” Rider parece estar, desde un principio, destinada a no pasar desapercibida. Y no lo digo de una manera positiva. Desde pequeña, el destino le preparó a Mag una sorpresa bastante desagradable. Su padre: Spencer Rider, el hombre que la cargaba en sus hombros, el que la enseñó a acampar, la llevó al zoológico y plantó en ella su amor por la literatura, la música clásica y los viajes lejanos, el hombre que se sentaba en la noche junto a su cama y le leía cuentos de hadas, era también un asesino a sangre fría, responsable de la muerte de veintidós mujeres, y buscado en más de diez estados.

Su captura, bastante ruidosa, cambió la vida de la pequeña Mag para siempre. Ella y su madre no podían salir a ningún sitio sin ser vistas, Marcada por un horrible pasado, y viendo el futuro solitario que a su hija le deparaba, su madre partió de Estados Unidos en busca de una nueva vida.

Los años pasaron, y la lluvia de Londres pareció borrar el tétrico pasado de Mag y su familia. Margaret ahora tiene dieciséis años, y cursa su segundo año de preparatoria. A primera vista, se sabe que no es una chica muy popular, no exactamente la chica que notarías en una habitación llena de gente, pero es feliz.

Sin embargo, ni la distancia, ni el tiempo, podrán evitar que el pasado vuelva cobrarle cuentas a esta adolescente. Un terrible asesinato ocurre en la preparatoria, y la historia de Mag sale a la luz, quien casualmente fue la última persona que vio a la víctima con vida. ¿Adivinen quien es la primera sospechosa?

Y lo peor de todo, es que nuestra protagonista no puede recordar nada de lo que pasó esa noche…

¿Será verdad el dicho de que la manzana no cae muy lejos del árbol?



Con esto se despide...


Una S.C en proceso de recuperación (Co-bloggeando con KyokoD)

Melissa Winter y Le Plan Malévolo

Hay muchas cosas que me gustaría tener, pero no puedo por una u otra razón. Así que cuando veo que alguna persona la tiene, no puedo hacer otra cosa más que amenazarla con que algún día se levantará, no la encontrará, mirará por la ventana y ahí estaré yo, riendo malévolamente y escapando en mi Melimóvil. Usualmente lo digo en broma —aún estoy reuniendo dinero para comprar el Melimóvil—, pero llega un momento en el que simplemente TIENES que robar algo, o sí o sí, de vida o muerte. Ese fue el caso, hablando con Victoria:

—¿Qué haremos en 5º año? —preguntó, así de improviso. Yo, con el cerebro demasiado afectado por el reciente taller de química, sólo pude responder:

—Copiar temas y copiarnos en los exámenes, por supuesto.

—Pero no quiero copiar —replicó ella—, eso da flojera y se me entumece la mano.

—Agarramos el cuaderno de alguien que ya haya copiado todos los temas y listo.

—Mmmh… ¿Isobelle? —propuso dudosa.

—Dudo que su hermano nos deje siquiera mirar a la estantería donde guarda los cuadernos —contesté. Estaba muuuy segura de que ese niño podía sacrificar su violín para golpearnos a las dos hasta sacarnos de la casa.

—¿Paulie?

—Conociéndola, le deben faltar un montón de temas…

—Qué confianza.

—No voy a entrar a robar a su casa para luego encontrarme con que tiene los temas incompletos —bromeé, imaginando que Paulie nos echaría de su casa apenas oliera nuestra presencia. O viera los ojos saltones de Victoria asomándose por la ventana.

—¿Paulette?

—Nos dirá que somos unas vagas y que tenemos que esforzarnos y anotar nosotras. —No es que conozca mucho a Paulette, pero tiene ese aire de “con la jaiba voy a dejar que te aproveches de MÍ trabajo” tan fuerte que no dan ganas de preguntarle.

—¿William?

—Ya está apartado —Igual y no, pero estaba muy segura de que varias personas habían tenido la misma idea que nosotras años atrás.

—¡¡Me rindo!! —gritó, recostándose en las escaleras y mirando al techo—. ¿Quién nos queda? Si no son ellos, ¿Quién podría tener los cuadernos completos y con notas entendibles?

Escuché un coro de violines acompañado de cantos gregorianos muy cerca de allí. A los pocos segundos, Sybille se sentó a nuestro lado, con su típico rostro angelical —el cual a estas alturas ya yo no creía—.

—¡Hola! —saludó como si nada. Un aura de luz magicomística salía de ella, así como los objetos cuando tienes que usarlos en un videojuego. Pasaron varios segundos de silencio en los que Victoria y yo la mirábamos fijamente—… ¿Sucede algo?

Los cantos gregorianos y los violines acompañantes cesaron. Un montón de gente empezó a salir de la sala de la coral, hablando tonterías varias y diciendo “mardito” a cada treinta segundos, muy en contraste a lo que recién habían cantado.

Vic y yo intercambiamos miradas. La respuesta había estado en el salón de al lado todo el tiempo y ni siquiera nos habíamos percatado. Fue casi que telepático. Nada más bastó con mirarnos para tener una pequeña conversación:

“No creo que ella nos diga que no si se los pedimos.”

“Pero igual y sí lo hace, así que hay que preguntar.”

“¿Qué hacemos si dice que no?”

“Ya nos las arreglaremos…”

—Syyybiiiiille —llamé, con voz cantarina—, si te pidiéramos prestados los cuadernos que estás usando este año… ¿Nos los darías?

—Ni hablar —contestó en plan broma, con una sonrisa de “primero la lluvia ácida disolverá el colegio”—, mi hermano me crucificaría.

—¿Ni aunque los devolvamos pronto? —miré a Victoria por lo que acababa de decir. Ella me dirigió una mirada de “jamás los devolveremos, tranquilízate”.

—Ni aunque los devuelvan pronto. Mi hermano cuenta con esos cuadernos para poder defenderse de forma más o menos decente el año que viene, así que como ya ven, están ocupados —explicó, de forma más seria. Igualmente dudo que realmente estuviese tomando en serio nuestra pregunta, aunque en realidad fuéramos muuuuuuuy en serio.

Alcé ambas cejas y entrecerré los ojos —expresión que me tocaba utilizar para suplantar el gesto de la ceja alzada que no sabía realizar—. Volví a mirar a Victoria. Ésta tenía cara de póker, pero sabía que por ella pasaba la misma idea que yo: Si Sybille no nos prestaba los cuadernos, nosotras tendríamos que “tomarlos prestados”.


Melissa Winter,

Preparando el plan malévolo LIKE A BOSS

Y KyokoD (co-bloggeando con S.C.)

28 marzo 2011

Sola en la oscuridad.

Nunca fui buena contándole mis problemas a los demás. No soy el tipo de persona que se sienta a decirle a su mejor amiga lo que le pasa. De las que busca un hombro para llorar y una voz que la consuele. Por mucho tiempo creí que era porque no contaba con la persona indicada, pero no son los demás, soy yo. Tengo tanto miedo de mostrarles a las personas como soy de verdad, de contarles lo que siento y lo que pienso, que en la mayoría de los casos simplemente dejo que piensen que soy alguien que no soy, porque me aterra la idea de ser juzgada. Me escondo detrás de esta imagen de timidez, de esta máscara de felicidad, invento mi mejor sonrisa y le enseño al mundo mi mejor actitud con tanta convicción que llega un momento que hasta yo me creo que soy feliz.

Normalmente, no es un problema vivir con esta pared de hielo imaginaria, esta barrera que me aisla de los demás y me mantiene encerrada en un mundo donde nadie puede hacerme daño, donde no pueden lastimarme. Pero también tiene sus desventajas. Hay momentos en que pasan tantas cosas, en los que sientes que el mundo entero se derrumba sobre tus hombros y todos están en tu contra. Esos son los momentos en los que busco alguien con quien hablar (ya sea en persona, por el teléfono o en la computadora) y siempre pasa lo mismo: Me quedo mirando la pantalla (o la persona), escribo/digo algo como que "Quiero contarte algo" o simplemente el nombre de la persona seguido de una pausa excesiva.... Y es en esa pausa que cambio de opinión: Me digo que no es importante, que no vale la pena, que pensarán que soy una exagerada y una dramática, que soy una mujer fuerte y lo superaré por mi misma, que no vale la pena molestarlos... Que no lo comprenderán- Aunque, en realidad, no me preocupa que no me comprenda. No estoy pidiendo una persona que me entienda, no pido palabras de aliento ni palmaditas en la espalda. Es solo que, de vez en cuando, me gustaría tener alguien que me escuchara. No tendría que hacer mucho, solo sentarse a mi lado. Y escuchar.

Pero yo misma hice eso imposible.


En su lugar, me quedo callada, y dejo que las emociones se acumulen hasta tal punto que llega un momento en el que no puedo contenerlas más, y es cuando explotan. Emergen, como una marea gigantesca, hundiéndome hasta el fondo en mi propio mar de soledad y desesperanza. Me rodean, como sombras heladas, y me engullen, me absorven, hasta que no puedo soltarme. Atan mis brazos y jalan mis piernas, de manera que por mucho que patalee, por mucho que me esfuerce para volver a la normalidad, no puedo hacerlo. Tapan mi boca con sus horribles y frías garras y me impiden gritar. Ocultan cualquier rayo de luz que pudiera quedar en el cielo.


Es entonces cuando me siento increíblemente sola. Es cuando me invade la horrible sensación de que a nadie podría importarle menos lo que me pasara. Que podría detenerme en el centro de un cuarto repleto de gente y gritar a todo pulmón, pero nadie me prestaría atención. Que me estoy desangrando poco a poco, muy lentamente, y apesar de que todos me ven nadie en verdad... Me ve. Nadie ve el cuerpo agonizante escondido detrás de la desgastada sonrisa. Nadie ve que estoy a punto de derrumbarme, que con cada segundo que pasa me desmorono más y más. Nadie ve las grietas que desquebrajan la coraza donde me escondo. Porque he interpretado tan bien mi papel por tanto tiempo que ya nadie ve más allá de él.

Llega el momento en que siento soy invicible, que no encajo en ningún lado. Que no tengo a nadie. Porque las sombras han llegado hasta lo más fondo de mí, hasta la raiz de mi propia alma, de mi corazón, y me impiden ver cualquier cosa que no sea la tempestuosa oscuridad en la que me tienen cautiva.

Y ellas se ríen. Se ríen de mí, porque saben que yo misma me cause esto. Fui yo quien atrajo las sombras hacía mí, fui yo quien gota a gota creó el tempestuoso mar que ahora me agita el pecho. No fueron las sombras las que me encerraron en un cuarto oscuro sin puertas ni ventanas donde nadie podría jamás ayudarme. Fui yo. Y jamás podré cambiar eso.

¿Querías estar sola? ¡Felicidades, niña! ¡Estás completamente sola!



S.C.

18 marzo 2011

Desvaríos de una joven soñadora.

Ultimamente sufro de una masiva falta de inspiración. Lo más extraño es que tengo ganas de escribir, pero simplemente las palabras no salen.
Paso horas y horas mirando la página en blanco, esperando por algo interesante que escribir, o quizás solo algo creativo, y no pasa nada....
Me pregunto si tendrá algo que ver con mi estado de ánimo (de momento, no he tenido una muy buena semana) o quizás simplemente se trata de mis musas queriendo jugarme otra de sus bromas.
En fin, no sé cuanto tiempo pasará hasta que al fin supere mi "bloqueo creativo", pero espero que sea poco, porque no me está gustando nada esto de no poder escribir.
Hasta entonces,
S.C (co-bloggeando con KyokoD)

13 marzo 2011

Bad hair day

Los peluqueros tienen tendencia a tomárselo muy en serio cuando digo que "me gusta el cabello corto". Es verdad, me gusta el cabello corto, pero no TAN CORTO como suelen cortarlo. Digo, yo vengo y les muestro un corte como el de esta tipa cuyo nombre olvidé, a la que se le veía hermoso...

http://www.camba-colla.ch/images/bob.jpg

... Y vienen, les entra la loquera, cortan como siete dedos de pelo y queda algo así:

estilos clásicos de pelo corto

Que no es que se vea feo (al menos a la tipa de la imagen le queda bien), pero sencillamente en mi encantadora cabeza no pega. Usualmente, cuando me doy cuenta de que el corte de cabello no me gusta echo a llorar, maldiciendo al universo y chillando "me quedó demasiado corto, maldita sea, me cago en el universo, necesito una peluca o una máquina del tiempo...". Se me pasa como a la semana, pero el tiempo que dura es horrible.

Quizás soy demasiado dramática, pero le tengo demasiado cariño a mi cabello como para no hacerlo. Es como si me amputaran un brazo, pero mas peludo.

Suerte que en dos meses ya volveré a tener el pelo igual que antes del trágico momento en el que pegaron el primer tijeretazo de siete dedos.

La en estos momentos muy sufrida KyokoD (co-bloggeando con S.C.)

11 marzo 2011

C'est la vie


La entrada de hoy está dedicada a esas cosas que hacemos por querer y no por necesidad. Y no hablo de cosas materiales, como comprarse el par de zapatos bonitos que estaban en rebaja- aunque supongo que eso también cuenta... pero no es exactamente a lo que me quería referir.
Hablo de esas cosas que hacemos solo para sentirnos bien, porque nos gustan, así no necesitemos hacerlas, y hasta puede que no nos sean útiles en un futuro. Cosas como aprender francés aunque en realidad no lo hablen en casi ningún país, tocar un instrumento que nadie conoce así te llene los dedos de vejigas, leer un libro que no te mandaron a leer en la escuela, publicar una entrada en un blog que probablemente nadie lea, o perder esos cinco kilos que te harán sentir mejor contigo misma. Sí, puede que no sea fácil, que tome tiempo, que incluso duela y cause mucho estrés, pero... c'est la vie (así es la vida), y si no voy a hacer algo solo porque es dificil, daría lo mismo que me sentara en el sofá a ver los segundos pasar.
Si bien todos nacemos con alas, como ya dije antes, eso no necesariamente quiere decir que tengamos que volar todos en una misma dirección. Nadie tiene las mismas metas, los mismos sueños, las mismas ilusiones. Pero todos somos libres, y la libertad significa tener derecho a volar sin pensar en lo que piensen los demás.
Ahora que lo pienso, quizás me equivoqué con el principio de esta entrada. Es cierto que esas cosas no son lo que las personas comumente llamarían "útiles", pero son necesarias. Porque nos hacen felices, y puede que suene repetitiva al mencionar esto por enésima vez, pero vivir una vida infeliz no es vivir. Al igual que EXISTIR solo para complacer a los demás, para hacer lo que consideren correcto, o lógico, o "útil", y olvidar por completo lo que uno piensa, sueña o quiere.
Puede que suene egoísta, pero es la verdad. Incluso nosotros, que venimos a este mundo para que nos corten las alas y nos enlisten en las filas del mundo real, tenemos derecho a soñar.

Así que vive, sueña, canta, ríe, corre, baila... Haz lo que quieras, pero vive, y hazlo por tí, y por nadie más.
No te prometo que será fácil, pero, como dije, c'est la vie. Y créeme, valdrá la pena.




S.C. (co- bloggeando con KyokoD)

09 marzo 2011

Like a BOOB!




No es que Ed. Física sea una materia muy productiva. Al menos no para gente con mi estilo de vida —comer chuches, dormir, jugar videojuegos, estar en la PC y ver a las moscas pasar—. Ese día, por alguna razón, todos habían escogido imitar mi estilo de vida sedentario y quedarse plantados en la banca. Y les digo, no hay nada que fomente más la imaginación que pasar dos horas en la lucha por evitar los silencios sepulcrales.

—Me abuuuurrooooooooo… —canturreó Emmeline. Desde hacía una hora soltaba la misma frase cada veinte minutos, casi que en automático, estando demasiado ocupada controlando que el balón de fútbol de la cancha contigua no volase y la golpease en pleno rostro.

—¡Alguien diga algo! —pidió Alexander, en pleno ataque de desesperación. El pobre era usualmente el encargado de evitar los silencios sepulcrales, pero luego de una hora a uno se le acaban las ideas.

—¡Volví! —anunció Matt, sentándose en la banca. El único que había hecho algo de actividad física en el grupo era él, porteando para un equipo de nombre inexistente. Cabe mencionar que se movía como un cangrejo cuando el balón se acercaba y el sesenta por ciento de las veces no lo distinguía al no poder ver bien de cerca.

—Cuenta algo —pidió Victoria. Jhoselyn a su lado estaba en un universo paralelo; ese universo al que la gente suele entrar cuando se compra un BlackBerry.

—Pues… —pensó por unos segundos— ¿Sabían que si se ponen a mirar tetas por veinte minutos les puede mejorar la salud?

Silencio sepulcral. Miradas de consternación. Grito de Emmeline por un balón que se acercaba y esquivada LIKE A BOSS del susodicho.

—¿A qué viene eso? —preguntó Victoria, con un tic en el ojo. Jhoselyn a su lado paró la oreja para escuchar. Si es que es cosa de decir una palabra medio prohibida para que se interese.

—No sé, me dijeron que contara algo —respondió Matt, encogiéndose de hombros.

—¿O sea que si, por ejemplo, tienes gripe, si miras tetas te curas? —dudó Victoria.

—Aaaaaleee —cantó Jhoselyn, haciendo gestos con las manos y apuntando a los senos de las cuatro presentes— ¿Quieres sanaaaaarteeeeeeee?

Silencio sepulcral. Alexander miró al techo canturreando algo de “no oigo nada soy de palo tengo orejas de pescado” para no tener que responder la pregunta. En todo caso, lo único que pasaba por mi mente en esos momentos era: Si me daba gripe… ¿Necesitaba unas pastillas o podía mirarlas y curarme de una vez?

Dudas existenciales.



Fomentando la violencia LIKE A BOSS!

Tiendo a hablar y amenazar mucho, pero a la hora de la verdad acabo tragándome mis palabras. Por lo mismo llevo años recurriendo a un método alterno: Odiar a la gente y desearles cosas malas a sus espaldas.

No digan nada, ya lo sé: “¡Oh, pero Melissa, eso es malo! Te va a caer la mala, el karma siempre se regresa, no te gustaría que te hicieran eso a ti, eres una perra, ve al infierno”, blah, blah, blah. Well wait there, ¿Me van a decir que nunca les ha caído mal alguien? Sea por una u otra razón, siempre estará esa personita a la que preferimos tener lo más lejos posible, pero por azares del destino no se puede, y en vez de acostumbrarnos a su compañía acabamos odiándolos cada vez más.

Y por supuesto, mi política es “odia a quien debas odiar sin importar su condición”. Porque venga, hay gente que detiene sus arranques de ira a una u otra persona porque, qué sé yo, está en silla de ruedas o algo así. Y ahí estoy yo mirando y pensando: “C’mooon, ya está en silla de ruedas, de quedar con derrame cerebral no pasa”. No piensen que los estoy alentando a empujar de una escalera a todo el mundo. Tan sólo los estoy alentando a empujar a los que les caigan mal por razones lógicas. ¿Se cree la última Coca-cola del desierto? A la escalera va. ¿Se aprovecha de la gente que está sola o a la que simplemente agarra desprevenida? A la escalera va. ¿Te tocó la retaguardia y no te gustó ni un poquito? Trata de ir a un sitio donde hayan varios grupos de escaleras juntas, que a la escalera va. ¿Va por ahí molestando a todo el mundo con sus compinches, pero a la hora de la verdad y cuando está solo es más cagado que tuqueque cuando tratas de agarrarlo? Aprovecha que está acojonado, que a la escalera va.

No es que yo lo haya hecho alguna vez. Tiendo a dejar las cosas como están o a resolver los problemas hablando —mas la primera que la segunda, como dije en el segundo párrafo es mejor tener a ese tipo de gente lo máaas leeejos posiiible—. Pero estoy segurísima de que se debe sentir genial empujar a esa persona y verla toda adolorida al final de las escaleras, mientras una está ahí de lo más alegre con una mirada que dice claramente: “LIKE, A, BOSS”.

Melissa Winter,


Fomentando la violencia LIKE A FAQIN BOSS


KyokoD (co-bloggeando con S.C.)

Desvaríos de una joven soñadora.

Si hay algo que odio en esta vida es el estrés, eso que llega justo cuando tienes una pila interminable de cosas por hacer, y que aparentemente disfruta jugar con el reloj y hacer que las horas pasen a una velocidad diez veces mayor a la usual. De verdad, no tendría ningún problema con el estrés, si supiera llegar en el momento oportuno, como cuando el aburrimiento amenaza con hundirte en su innavegable mar de ocio.
Pero no, el estrés no considera otras posibilidades, y llega justo cuando menos te lo esperas. Es como si un día todo fuera normal y el universo siguiera su orden natural y correcto, y al otro día todo está vertiginosamente de cabeza y no hay manera aparente de arreglarlo. Definitivamente, el estrés es un asco.
Y luego está aquella desagradable sensación de presión, de que todos quieren algo de tí, de que todas las cosas tienen que estar terminadas en tiempo, y es cuando te provoca tirar por las escaleras a la persona más cercana... No es que lo haya hecho, en realidad, no soy muy dada a la violencia -ni siquiera verbal- y eso no me ha traído sino problemas. Quizás más adelante debería publicar alguna tontería así como "la mediación es la mejor alternativa", pero hoy no es mi día, estoy estresada y no pienso descargar mi rabia con un discurso hippie.
Mi punto, es que hay días en los que la vida sería mejor sin presión, o estrés, o cualquier cosa por el estilo. Si tan solo el estrés tuviera un botón de apagado... Pero la realidad no es una película que uno pueda poner en pausa. En conclusión, si quiero sobrevivir, tengo que aprender a lidiar con la presión, porque aparentemente todo en esta vida viene cargado de una ligera dosis de estrés.
Pero no quiero hacer esta entrada completamente negativa, así que les hablaré de uno de los momentos que más me gustan: El momento en que se acaba el estrés, cuando al fin logras aquello por lo que luchaste tanto, y que valió tantas horas de preocupación y tantas noches en vela. El momento en el que quieres reír y llorar al mismo tiempo, y te provoca irte a la colina más alta y gritar a todo pulmón "¡LO LOGRÉ! ¡AL FIN LO LOGRÉ!", y es cuando crees que todo en esta vida es posible, que no hay límites, que puedes hacer lo que quieras. Son esos momentos los que, en mi opinión, hacen que todo valga la pena.
Así que, bienvenido seas estrés, y disfruta tu estadía, porque yo disfrutaré cuando te vayas.
S. C. (co-bloggeando con KyokoD)

07 marzo 2011

Las almas de los olvidados.

Dando vueltas por los aires van las almas de los olvidados
Atraviesan las paredes, abren puertas y candados,
Van, cálidas como el sol, frías como el hielo,
Corriendo como el agua, y su límite es el cielo.

Con lágrimas saladas, y amargas sonrisas,
Con un rostro amable, y felicidad enfermiza,
Se cuelan en tu casa, en tu mente, y en tu corazón,
Se cuelan en tus lágrimas, y en tu uso de razón.

No pueden hacerte daño, pero te causan temor,
Te causan alegría, tristeza, desesperación y candor,
Son sombras acechantes, que no te dejan dormir,
Sombras de recuerdos que han dejado de existir.

No son fantasmas ni nada menos, son algo mucho peor,
Son recuerdos, son lamentos de tu propio corazón,
Pensamientos de los vivos que alimentan su misión
Lágrimas, sonrisas, y el retumbar del tambor,
Las almas de los olvidados que nadie puede olvidar,
No son eternas, no se mueren, viven en tu respirar.

Son almas, son recuerdos, son flores, son estrellas
Son luces, son música, son cuentos y epopeyas,
Son incluso este poema, que ahora hace mención,
Al rosal de los vivos, para todos los olvidados,
Todos aquellos que con el tiempo han quedado en el pasado.

Y también para nosotros, que al mirarlo sabremos
De que algún día, al partir, nos uniremos a la función,
Formaremos parte de la brillante ilusión,
Y seremos recordados al retumbar nuestro tambor.



S.C. (co-bloggeando con KyokoD)

04 marzo 2011

Momentos kodak de la vida...


Normalmente yo no añado el toque ramdom a este blog, mis entradas tienden a ser más... telenovela mexicana, pero HOY haré una dramática excepción (no estoy segura si se escribe así, pero mi co-bloggera afirma que sí)

Y dedicaré esta entrada a esos momentos tan... extraños, de la vida que, como dije hace varias entradas, son los que más se recuerdan, así en el momento no lo parezca. Y es que solo a mí se me ocurre gritar porque está hablando la computadora (ríanse gente, se los permito)

Les explico: Mi co-bloggera (entiéndase KyokoD) había dejado un link abierto en la computadora (mi computadora tiene algo raro que hace que los links tarden en verse abajo en el escritorio) y no me dijo nada. Luego, cuando yo vine a la PC, resulta que allí si comenzó a rodar el trailer, e imagínense mi susto cuando empiezo a escuchar una voz saliendo de la nada dentro de la computadora...

Y para más colmo, la susodicha también comenzó a gritar sin razón aparente...

¿Entienden ya lo que quise decir con eso de que los momentos más extraños son los que más se quedan? Bueno, yo sí, porque recordaré esto por lo que me queda de vida, hasta ser una vieja arrugada y con los ojos llenos de cataratas producto de mis horas en la PC.

Y con esto se despide,

S.C. (co-bloggeando con KyokoD, que literalmente está al lado mío)