"Cuando la vida en sí parece lunática, ¿Quién sabe donde yace la locura? Quizás ser muy práctico es una locura. Abandonar los sueños -Esto puede ser una locura. Buscar tesoros donde solo hay basura. Mucha cordura puede ser una locura- Y la mayor locura: ¡Ver la vida como es, y no como debería ser!" Miguel de Cervantes. 'Man of la Mancha'(Musical. 1965)
31 marzo 2011
Una culpa heredada
Melissa Winter y Le Plan Malévolo
Hay muchas cosas que me gustaría tener, pero no puedo por una u otra razón. Así que cuando veo que alguna persona la tiene, no puedo hacer otra cosa más que amenazarla con que algún día se levantará, no la encontrará, mirará por la ventana y ahí estaré yo, riendo malévolamente y escapando en mi Melimóvil. Usualmente lo digo en broma —aún estoy reuniendo dinero para comprar el Melimóvil—, pero llega un momento en el que simplemente TIENES que robar algo, o sí o sí, de vida o muerte. Ese fue el caso, hablando con Victoria:
—¿Qué haremos en 5º año? —preguntó, así de improviso. Yo, con el cerebro demasiado afectado por el reciente taller de química, sólo pude responder:
—Copiar temas y copiarnos en los exámenes, por supuesto.
—Pero no quiero copiar —replicó ella—, eso da flojera y se me entumece la mano.
—Agarramos el cuaderno de alguien que ya haya copiado todos los temas y listo.
—Mmmh… ¿Isobelle? —propuso dudosa.
—Dudo que su hermano nos deje siquiera mirar a la estantería donde guarda los cuadernos —contesté. Estaba muuuy segura de que ese niño podía sacrificar su violín para golpearnos a las dos hasta sacarnos de la casa.
—¿Paulie?
—Conociéndola, le deben faltar un montón de temas…
—Qué confianza.
—No voy a entrar a robar a su casa para luego encontrarme con que tiene los temas incompletos —bromeé, imaginando que Paulie nos echaría de su casa apenas oliera nuestra presencia. O viera los ojos saltones de Victoria asomándose por la ventana.
—¿Paulette?
—Nos dirá que somos unas vagas y que tenemos que esforzarnos y anotar nosotras. —No es que conozca mucho a Paulette, pero tiene ese aire de “con la jaiba voy a dejar que te aproveches de MÍ trabajo” tan fuerte que no dan ganas de preguntarle.
—¿William?
—Ya está apartado —Igual y no, pero estaba muy segura de que varias personas habían tenido la misma idea que nosotras años atrás.
—¡¡Me rindo!! —gritó, recostándose en las escaleras y mirando al techo—. ¿Quién nos queda? Si no son ellos, ¿Quién podría tener los cuadernos completos y con notas entendibles?
Escuché un coro de violines acompañado de cantos gregorianos muy cerca de allí. A los pocos segundos, Sybille se sentó a nuestro lado, con su típico rostro angelical —el cual a estas alturas ya yo no creía—.
—¡Hola! —saludó como si nada. Un aura de luz magicomística salía de ella, así como los objetos cuando tienes que usarlos en un videojuego. Pasaron varios segundos de silencio en los que Victoria y yo la mirábamos fijamente—… ¿Sucede algo?
Los cantos gregorianos y los violines acompañantes cesaron. Un montón de gente empezó a salir de la sala de la coral, hablando tonterías varias y diciendo “mardito” a cada treinta segundos, muy en contraste a lo que recién habían cantado.
Vic y yo intercambiamos miradas. La respuesta había estado en el salón de al lado todo el tiempo y ni siquiera nos habíamos percatado. Fue casi que telepático. Nada más bastó con mirarnos para tener una pequeña conversación:
“No creo que ella nos diga que no si se los pedimos.”
“Pero igual y sí lo hace, así que hay que preguntar.”
“¿Qué hacemos si dice que no?”
“Ya nos las arreglaremos…”
—Syyybiiiiille —llamé, con voz cantarina—, si te pidiéramos prestados los cuadernos que estás usando este año… ¿Nos los darías?
—Ni hablar —contestó en plan broma, con una sonrisa de “primero la lluvia ácida disolverá el colegio”—, mi hermano me crucificaría.
—¿Ni aunque los devolvamos pronto? —miré a Victoria por lo que acababa de decir. Ella me dirigió una mirada de “jamás los devolveremos, tranquilízate”.
—Ni aunque los devuelvan pronto. Mi hermano cuenta con esos cuadernos para poder defenderse de forma más o menos decente el año que viene, así que como ya ven, están ocupados —explicó, de forma más seria. Igualmente dudo que realmente estuviese tomando en serio nuestra pregunta, aunque en realidad fuéramos muuuuuuuy en serio.
Alcé ambas cejas y entrecerré los ojos —expresión que me tocaba utilizar para suplantar el gesto de la ceja alzada que no sabía realizar—. Volví a mirar a Victoria. Ésta tenía cara de póker, pero sabía que por ella pasaba la misma idea que yo: Si Sybille no nos prestaba los cuadernos, nosotras tendríamos que “tomarlos prestados”.
Melissa Winter,
Preparando el plan malévolo LIKE A BOSS
Y KyokoD (co-bloggeando con S.C.)
28 marzo 2011
Sola en la oscuridad.
Pero yo misma hice eso imposible.
En su lugar, me quedo callada, y dejo que las emociones se acumulen hasta tal punto que llega un momento en el que no puedo contenerlas más, y es cuando explotan. Emergen, como una marea gigantesca, hundiéndome hasta el fondo en mi propio mar de soledad y desesperanza. Me rodean, como sombras heladas, y me engullen, me absorven, hasta que no puedo soltarme. Atan mis brazos y jalan mis piernas, de manera que por mucho que patalee, por mucho que me esfuerce para volver a la normalidad, no puedo hacerlo. Tapan mi boca con sus horribles y frías garras y me impiden gritar. Ocultan cualquier rayo de luz que pudiera quedar en el cielo.
18 marzo 2011
Desvaríos de una joven soñadora.
13 marzo 2011
Bad hair day
Quizás soy demasiado dramática, pero le tengo demasiado cariño a mi cabello como para no hacerlo. Es como si me amputaran un brazo, pero mas peludo.
Suerte que en dos meses ya volveré a tener el pelo igual que antes del trágico momento en el que pegaron el primer tijeretazo de siete dedos.
11 marzo 2011
C'est la vie
Si bien todos nacemos con alas, como ya dije antes, eso no necesariamente quiere decir que tengamos que volar todos en una misma dirección. Nadie tiene las mismas metas, los mismos sueños, las mismas ilusiones. Pero todos somos libres, y la libertad significa tener derecho a volar sin pensar en lo que piensen los demás.
Ahora que lo pienso, quizás me equivoqué con el principio de esta entrada. Es cierto que esas cosas no son lo que las personas comumente llamarían "útiles", pero son necesarias. Porque nos hacen felices, y puede que suene repetitiva al mencionar esto por enésima vez, pero vivir una vida infeliz no es vivir. Al igual que EXISTIR solo para complacer a los demás, para hacer lo que consideren correcto, o lógico, o "útil", y olvidar por completo lo que uno piensa, sueña o quiere.
Puede que suene egoísta, pero es la verdad. Incluso nosotros, que venimos a este mundo para que nos corten las alas y nos enlisten en las filas del mundo real, tenemos derecho a soñar.
Así que vive, sueña, canta, ríe, corre, baila... Haz lo que quieras, pero vive, y hazlo por tí, y por nadie más.
No te prometo que será fácil, pero, como dije, c'est la vie. Y créeme, valdrá la pena.
09 marzo 2011
Like a BOOB!
No es que Ed. Física sea una materia muy productiva. Al menos no para gente con mi estilo de vida —comer chuches, dormir, jugar videojuegos, estar en la PC y ver a las moscas pasar—. Ese día, por alguna razón, todos habían escogido imitar mi estilo de vida sedentario y quedarse plantados en la banca. Y les digo, no hay nada que fomente más la imaginación que pasar dos horas en la lucha por evitar los silencios sepulcrales.
—Me abuuuurrooooooooo… —canturreó Emmeline. Desde hacía una hora soltaba la misma frase cada veinte minutos, casi que en automático, estando demasiado ocupada controlando que el balón de fútbol de la cancha contigua no volase y la golpease en pleno rostro.
—¡Alguien diga algo! —pidió Alexander, en pleno ataque de desesperación. El pobre era usualmente el encargado de evitar los silencios sepulcrales, pero luego de una hora a uno se le acaban las ideas.
—¡Volví! —anunció Matt, sentándose en la banca. El único que había hecho algo de actividad física en el grupo era él, porteando para un equipo de nombre inexistente. Cabe mencionar que se movía como un cangrejo cuando el balón se acercaba y el sesenta por ciento de las veces no lo distinguía al no poder ver bien de cerca.
—Cuenta algo —pidió Victoria. Jhoselyn a su lado estaba en un universo paralelo; ese universo al que la gente suele entrar cuando se compra un BlackBerry.
—Pues… —pensó por unos segundos— ¿Sabían que si se ponen a mirar tetas por veinte minutos les puede mejorar la salud?
Silencio sepulcral. Miradas de consternación. Grito de Emmeline por un balón que se acercaba y esquivada LIKE A BOSS del susodicho.
—¿A qué viene eso? —preguntó Victoria, con un tic en el ojo. Jhoselyn a su lado paró la oreja para escuchar. Si es que es cosa de decir una palabra medio prohibida para que se interese.
—No sé, me dijeron que contara algo —respondió Matt, encogiéndose de hombros.
—¿O sea que si, por ejemplo, tienes gripe, si miras tetas te curas? —dudó Victoria.
—Aaaaaleee —cantó Jhoselyn, haciendo gestos con las manos y apuntando a los senos de las cuatro presentes— ¿Quieres sanaaaaarteeeeeeee?
Silencio sepulcral. Alexander miró al techo canturreando algo de “no oigo nada soy de palo tengo orejas de pescado” para no tener que responder la pregunta. En todo caso, lo único que pasaba por mi mente en esos momentos era: Si me daba gripe… ¿Necesitaba unas pastillas o podía mirarlas y curarme de una vez?
Dudas existenciales.
Fomentando la violencia LIKE A BOSS!
No digan nada, ya lo sé: “¡Oh, pero Melissa, eso es malo! Te va a caer la mala, el karma siempre se regresa, no te gustaría que te hicieran eso a ti, eres una perra, ve al infierno”, blah, blah, blah. Well wait there, ¿Me van a decir que nunca les ha caído mal alguien? Sea por una u otra razón, siempre estará esa personita a la que preferimos tener lo más lejos posible, pero por azares del destino no se puede, y en vez de acostumbrarnos a su compañía acabamos odiándolos cada vez más.
Y por supuesto, mi política es “odia a quien debas odiar sin importar su condición”. Porque venga, hay gente que detiene sus arranques de ira a una u otra persona porque, qué sé yo, está en silla de ruedas o algo así. Y ahí estoy yo mirando y pensando: “C’mooon, ya está en silla de ruedas, de quedar con derrame cerebral no pasa”. No piensen que los estoy alentando a empujar de una escalera a todo el mundo. Tan sólo los estoy alentando a empujar a los que les caigan mal por razones lógicas. ¿Se cree la última Coca-cola del desierto? A la escalera va. ¿Se aprovecha de la gente que está sola o a la que simplemente agarra desprevenida? A la escalera va. ¿Te tocó la retaguardia y no te gustó ni un poquito? Trata de ir a un sitio donde hayan varios grupos de escaleras juntas, que a la escalera va. ¿Va por ahí molestando a todo el mundo con sus compinches, pero a la hora de la verdad y cuando está solo es más cagado que tuqueque cuando tratas de agarrarlo? Aprovecha que está acojonado, que a la escalera va.
No es que yo lo haya hecho alguna vez. Tiendo a dejar las cosas como están o a resolver los problemas hablando —mas la primera que la segunda, como dije en el segundo párrafo es mejor tener a ese tipo de gente lo máaas leeejos posiiible—. Pero estoy segurísima de que se debe sentir genial empujar a esa persona y verla toda adolorida al final de las escaleras, mientras una está ahí de lo más alegre con una mirada que dice claramente: “LIKE, A, BOSS”.
Melissa Winter,
Fomentando la violencia LIKE A FAQIN BOSS
KyokoD (co-bloggeando con S.C.)
Desvaríos de una joven soñadora.
07 marzo 2011
Las almas de los olvidados.
Atraviesan las paredes, abren puertas y candados,
Van, cálidas como el sol, frías como el hielo,
Corriendo como el agua, y su límite es el cielo.
Con lágrimas saladas, y amargas sonrisas,
Con un rostro amable, y felicidad enfermiza,
Se cuelan en tu casa, en tu mente, y en tu corazón,
Se cuelan en tus lágrimas, y en tu uso de razón.
No pueden hacerte daño, pero te causan temor,
Te causan alegría, tristeza, desesperación y candor,
Son sombras acechantes, que no te dejan dormir,
Sombras de recuerdos que han dejado de existir.
No son fantasmas ni nada menos, son algo mucho peor,
Son recuerdos, son lamentos de tu propio corazón,
Pensamientos de los vivos que alimentan su misión
Lágrimas, sonrisas, y el retumbar del tambor,
Las almas de los olvidados que nadie puede olvidar,
No son eternas, no se mueren, viven en tu respirar.
Son almas, son recuerdos, son flores, son estrellas
Son luces, son música, son cuentos y epopeyas,
Son incluso este poema, que ahora hace mención,
Al rosal de los vivos, para todos los olvidados,
Todos aquellos que con el tiempo han quedado en el pasado.
Y también para nosotros, que al mirarlo sabremos
De que algún día, al partir, nos uniremos a la función,
Formaremos parte de la brillante ilusión,
Y seremos recordados al retumbar nuestro tambor.
S.C. (co-bloggeando con KyokoD)