16 abril 2011

KyokoD y le convencioné

No subestimen a las conves de animé. Unos pensarán "bah, esta seguro va a estar mala, no voy a ir", pero personalmente todas a las que he ido han sido cool. Excepto quizás la primera, pero eso fue porque no me gustó absolutamente nada de lo que vendían y no hay nada más aburrido que ir sola a una conve. ¿Con quién admirarás cosplays? ¿Con quién chillarás cuando veas a las demás tipas chillar por Super Junior o algún animé yaoi? ¿Con quién te echarás al piso cuando estés cansada y te des cuenta de que las sillas están ocupadas? ¿Con quién compartirás sufrimiento cuando se den cuenta de que ya no les queda dinero? ¿Quién te ayudará a pagar las cosas que quieres comprar y le prometerás que le vas a pagar (y al final nunca lo vas a hacer)?

Por si no se nota, fui a una conve hoy. Y fue ge-nial.

Si me preguntan porqué fue cool, responderé dos cosas: 1. Había mucha variedad de cosas que comprar (vale, no tanta, pero para mí había más que suficiente), y 2. Tenía dinero suficiente para comprar. Admito que soy una esclava del consumismo al máximo, así que las conves, donde todos son adornitos de masa flexible, cojincitos, chapitas y demás cosillas cuchis de esa índole, es como haber muerto y estar en una sección del centro comercial del Paraíso.

Total que llegué, toda campante, de primera por supuesto (que ca
si pareciera que la gente espera a que yo salga para salir ellos después y no ser los primeros en llegar). En lo que esperaba a que mis secuaces (Fidel y Paola, cuyo blog (con Anyelis) La Chica de Lentes y La Chica de Rosa, deberían leer) llegaran, pasé el rato viendo las tiendas y comprando lo que me llamara la atención. En ese transcurso de tiempo compré unas, qué se yo, siete chapas, y unos zarcillos con forma de Pokéball.

Pasado un rato, ninguno de los dos citados anteriormente llegaban, y empezaba a picarme. Those bitches, ¿Eran capaces de dejarme tirada?... En esos pensamientos estaba inmiscuida (uy, que refinadis) cuando vi un bolso de Chewbacca pasar justo frente a mis narices. No tuve que rebuscar mucho en mi cerebro para relacionar
ese bolso con Paola. El problema era que quien llevaba ese bolso no era la susodicha, si no su hermano cuyo nombre no conozco. Vale, si estaba él, a juro ella tenía que estar por allí; así que con esa idea en mente me volví a recorrer todo el salón.

Un rato después, concluí que el muy malvado había dejado tirada a la pobre. Mi conclusión fue confirmada poco después por la misma Paola, vía Twitter.


Bueno, una persona menos. Por suerte, Fidel llegó poco rato después con una amiga (Andrea, tan panita ella *3*), re-vimos las tiendas y miramos ahí de pasada los concursos de turno.

BTW, una no puede evitar sentirse un tanto intimidada allí. La gente es ALTA. Pero que alta alta, altísima. Incluso habían tipos que no se acercaban a la parte de las tiendas porque quedaría en evidencia que su cabeza topaba con el techo de lo altos que eran. Suerte que nunca se acercaban a los concursos, que si se hubieran acercado todos y se hubieran puesto de primeros tendría que haber robado una silla para poder ver algo. Eso, o usar los espejos del techo.

Rato después, llegó el novio de Andrea (el cuál, por cierto, no está naaada mal... Ejem, ¡Mira, hay una manchita en la pantalla de tu PC!), y
de nueva cuenta re-vimos las tiendas. Algo que adoro de los puestitos en las conves es que a medida que pasa el tiempo van poniendo cositas nuevas, y siempre hay una que me llama la atención y la acabo comprando. Así que en tooodo ese lapso de tiempo compré un montón de chapas más, una almohadita de la estrellita de Mario (venga, una estrella común... pero con ojos cuchis) y unas orejas de gato. Sip, de gato.

Pasado otro rato, les dio por comer ramen. RAM
EN. No es que tenga nada contra la comida japonesa, simplemente tengo problemas con gran parte de la comida en general. Así que mientras ellos se complicaban la vida comiendo ramen con los palillos chinos, yo estaba comiendo tequeños muy maracuchamente.


Porque, por muy apetitoso que se vea esto...


Voy a seguir prefiriendo esto.


Muuuuuuuuucho rato después, pasó lo más maravilloso del universo: Una de las tienditas (que vendía figuritas y mangas), sacó varias cajas de dulces japoneses. Y entre ellos, estaba ese que había estado admirando durante años por YouTube y nunca había tenido la oportunidad de probar, oler o siquiera tocar: el Pocky.

A toda velocidad, salí corriendo a la tiendita, a preguntar cuanto costaba. ¿50 Bs. F? Aceptable. Rebusqué en mi bolso con toda la tranquilidad del mundo, pensando que sí tenía dinero suficiente... y mentira letal, sólo me quedaban 30.

Oh, pero CON LA MAMÁ me iba a quedar así. Poniendo mi mejor cara de drama empecé a suplicar a mis compañeros de turno que me prestaran dinero para comprar una caja, jurando y perjurando que en serio iba a compartir (en cualquier otro caso, si lo hubiese comprado con mi dinero, ni les habría dejado mirar la caja). Finalmente la bella y maravillosa Andrea me dio un billete de 50 y por fin pude ir a comprar la sagrada caja de Pocky.

*Inserte descanso no muy interesante aquí*

Ya no tenía dinero, y si voy a una convención es para liberar mis instintos de shopaholic en primer lugar. Luego de que un tipo cosplayeado que me doblaba la altura me guiñara un ojo y me diera palmaditas en la cabeza sin razón aparente (qué puedo decir, con las orejas de gato puestas soy una cuchituridad) y de ver otros concursos (el de ramen picante fue alucinante. Juro por el universo que ese coño era como Kirby, aspiraba el ramen), decidí que era momento de despojar al evento de mi maravillosa presencia. Y me fui, no sin antes apartar una caja de Pocky y pagarla cuando Abue llegó y me dio el dinero.


En estos momentos, esta belleza está en mi bolso, esperando a ser devorada.


Estoy considerando ir a invadir mañana la casa de mi querida Pokémon S.C., para presumirle todo lo que recién adquirí. Si no, pasearé por ahí o pasaré todo el día en Tumblr (ponquecitomalefico, por si les interesa seguir a esta encantadora servidora). La Semana Santa viene, queridos compañeros, y con eso quizás vengan unos setenta millones de post. O quizás no... Vale, probablemente no. Sé que no confían tanto en mí.

Controlándose para no comerse la caja de Pocky de una sola sentada,
KyokoD (co-bloggeando con la probablemente aliviada S.C.)

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