Estamos en una época de cambio.
No hace falta salir de tu casa para saber eso. No hace falta ver las noticias, o el teléfono. Está en el aire, como las corrientes traídas por la marea. Está tan cerca que si estiras los dedos, puedes palparlo. Ha llegado el momento, luego de tantos años.
La cosa es, ¿sabremos aprovecharlo? Después de todo, no basta sólo con lograrlo. No basta con empujar al otro de la silla y tomar asiento.
Un cambio de rumbo incluye también un cambio de mentalidad. Sino, no se va a ningún lado. Sin comprensión y raciocinio, flotamos a la deriva.
Y eso es algo que muchas personas no parecen entender. ¿Cómo esperan cambiar el mundo, si no están dispuestos a aceptar una idea opuesta a la suya? ¿Cómo esperan ser escuchados, si no escuchan? ¿En qué momento nos volvimos tan ignorantes, como para convertir un debate no en una oportunidad para exponer nuestro punto, sino en otra ocasión para decirle al otro por qué está equivocado y por qué es un idiota sólo por pensar diferente?
¿En qué momento, incluso los que pensamos igual, nos convertimos en rivales?
Debió ser el mismo instante en que olvidamos que todos los extremos son malos, que el radicalismo es una postura tan mala como la misma cadena que nos aprisiona. Que es gracias al extremismo que estamos en la situación de la que tanto luchamos por salir.
Luchar por algo bueno no te justifica para denigrar a los que no apoyan tu postura, o a los que lo hacen pero no actúan como tú. Ese es el principio que nos ha llevado a esto. Esa es la razón por la que seguimos perdidos en la ignorancia y la intolerancia.
Qué bonita palabra, ¿no?: T-O-L-E-R-A-N-C-I-A
"No comparto tus ideas, las tolero."
Porque soy un ser humano pensante, y tú también lo eres, y mis creencias no cambian las tuyas. Porque pueden gustarnos distintas cosas, o podemos soñar con cosas distintas, o podemos creer que existe otro camino para llegar a ellas, pero no por eso tú tienes razón y yo no. Y no por eso estás equivocado. No por eso debo obligarte a aceptar mi idea.
Eso es lo que tanto nos falta. Tolerancia.
Cómo me gustaría llegar a ver un país que escucha opiniones, un país que, luego de tanto jactarse de que lo hará, esté abierto al diálogo, al cambio, a la comprensión.
Pero en el momento en el que más lo necesitamos, a la hora de la verdad, damos muestra de falta de aquello que más deberíamos ofertar: Respeto, paciencia, y sobre todo, tolerancia.
Sin más nada que decir, se despide,
S.C.
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