21/12/12
10:48pm
No es la primera vez en mis 18 años de vida en que llega la fecha en la que se supone que el mundo se acabará. He optado por tomármelo como 'la vida y la muerte se trata de nacer, morir y no darte cuenta de que estás muerto/a una y otra vez'.
Pero he de confesar que tanto el 6 de Junio de 2006, como ésta madrugada me entró cierta angustia y nerviosismo. ¿Qué pasaría si el mundo en realidad se acabara hoy? Pues, se acabaría y listo. ¿Pero en dónde quedarían todos mis sueños/metas/deseos/fantasías/propósitos/añoranzas/etc. sin cumplir? Y es entonces cuándo la angustia explota dentro de mí chocando furiosamente contra las paredes de mi cuerpo, agitando violentamente a todo aquello que conforma mi conciencia y haciendo que el nerviosismo se apodere completamente de mí. «¡NO PUEDE SER QUE HAYA DEJADO TODO PARA DESPUÉS!» Esa voz melosa y burlona comienza a repetir una y otra vez «No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy» ¡Y que se burle, carajo! Porque verdaderamente, tenemos la mala costumbre de no hacer las cosas en el momento, de dejar todo para después como si fuésemos a vivir por siempre y 'después' podría situarse en el infinito.
A veces deberíamos situarnos por unos instantes en 'El Fin Del Mundo', no imaginándonos matando zombies ni huyendo del corazón de la catástrofe, sino viéndonos desde adentro, imaginando cómo nos sentiríamos al ver todos esos sueños y metas frustradas. Y por una vez por todas, levantarnos de la cama, salir a buscar, hacer y deshacer para que cuando llegue el fin del mundo o el fin de nuestro mundo propio (llámese muerte natural), nos vayamos limpios, con el alma ligera y sin arrepentimientos.
"Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir siempre" Mahatma Gandhi.
Limón (sí, sigo viva), co-bloggeando con KyokoD y S.C
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