Y es así como, expressmente, paso a contarles mi súper interesante día de ayer (o anteayer, Domingo, si es que mi internet no me deja subir la entrada hoy… o yo no la termino).
Prólogo: ¿De qué coño hablas, marica?
Ayer hubo un evento aquí en mi ciudad: La Tekuno Con, Gem Edition, del grupo de los Tomodachis que, al menos por las conves de ellos a las que yo he ido (sólo dos (?)), siempre hacen eventos buenos. Por eso mismo y por todas las cosas y juegos que habían dicho que tendrían en su página, fue casi que un must para mí el tener que ir. Así pues, tras rogar y conseguir quien me trajera y me llevara, empezó el ajetreo del día.
Capítulo uno: El traslado.
El traslado corría de parte de una de mis amigas, Virginia, la cual para cuando llegué a su casa estaba en plena lucha de hacerse un copete viola-gravedad en su cabello para hacer un cosplay improvisado del Angry Bird amarillito. Para cuando lo logró, y terminamos de almorzar pasta en su casa (luego de una extensa conversación con su muy preguntona (y hasta algo ladilla) hermanita), fue momento ahora de trasladarnos a casa de otro de nuestros amigos, Manuelito. Todo bien, el papá de Ginia nos dejó en frente del portón de la calle donde vive Manuelito y se fue, y nosotras llamamos para que nos abriera. Las cosas estuvieron relativamente tranquilas hasta que pasaron unos tres minutos en pleno solazo y nada que salían abrirnos.
Claramente se habían olvidado de nosotras. Así pues, estuvimos unos diez minutos afuera esperando a que nos abrieran. Y claro, una tipa con maquillaje de payaso y otra con una peluca verde chillón no son muy comunes en Maracaibo, por lo que todo quien pasaba se nos quedaba viendo en plan "OK WAT GUATAFÓ". Incluso, recuerdo, hubo dos tipos en motocicleta que aún en movimiento no pudieron quitar la vista de nosotras en ningún momento, con unas caras de incomprensión que no podía ni el Señor. Ginia tenía la secreta esperanza de que acabaran estampándose en un árbol como las caricaturas.
Ellos estaban así como…
Y nosotras estábamos así tipo…
Finalmente, Manuelito logró abrirnos la puerta. Junto con nosotros se iba Andrea, otra amiga que ya estaba desde antes en casa de Manu, y entonces descubrí que prácticamente nos iríamos en caravana; pero lo interesante de la estadía en casa del susodicho no era eso. Lo interesante era que su padre, como quien no quiere la cosa, estuvo TODO el rato que estuvimos ahí matando moscas con una raqueta matamoscas eléctrica. No es que me haya molestado especialmente en llevar la cuenta de asesinatos, pero sí sé que debieron ser más de diez. Mención especial a una que mató sin siquiera darse cuenta, andando tranquilamente con la raqueta sin levantar. Cabe mencionar que para cuando llegamos Manuelito ni siquiera había almorzado, así que prácticamente devoró su comida en cuanto se la dieron y, para cuando me di cuenta, ya todos estábamos apretujados en el carro de la mamá de Andrea, listos para ir a la convención.
Capítulo dos: Llegando al bululú.
Siendo que la convención empezaba a las dos y nosotros llegamos aproximadamente a las dos y media, consideré de lo más natural que hubiese algo de cola y gente afuera todavía, siendo que recién iba empezando y quizás no todos habían entrado todavía. Así pues, todo fue lindo y hermoso y avanzamos tranquilamente al interior de las instalaciones exteriores de APUZ (el club donde se estaba realizando la convención) hasta que ¡BOOM! Nos encontramos con una cola bestial que por poco no daba vuelta al estacionamiento.
Expresión general de todos nosotros al ver la cola. A juzgar por su largura, debía ser la de las entradas.
Nada más entrar me conseguí con varias conocidas, pero resulta que la cola larga era la cola de los que ya tenían entrada. ¿Por qué era tan larga, entonces? Nunca pregunté, pero deduzco que todavía no estaban dejando entrar. En todo caso, ¡Ya eran las dos y media! Hacía ya media hora que deberían haber dejado entrar a más gente. No me había movido de mi sitio cuando, de improviso, encontré a otro conocido, que sin siquiera saludar me preguntó si tenía entrada. Al decirle que no, nos pidió que lo siguiéramos, y así, le seguimos como perros falderos hasta un bululú extenso que no podía recibir el nombre de cola, por lo que se quedaba en bululú. Para esos momentos, si mal no recuerdo, sólo Virginia estaba conmigo, Manuelito y Andrea habiendo desaparecido hacia ya un rato. Y ahí empezó la locura.
Capítulo tres: Tratando de entrar.
Nosotros cada vez que la cola se movía.
La parte buena del asunto es que, gracias al coleo vil que nos había proporcionado mi amigo, habíamos quedado relativamente cerca de la entrada. La parte mala es que, como dije, eso no era una cola, era un bululú bestial; y para más inri, nada que la gente se movía. Aquello era como una congregación. Hacía sol, de paso, porque la parte en la que estábamos no daba nadita de sombra. Pero bueno, no podíamos movernos porque de hacerlo perderíamos el puesto, así que tuvimos que quedarnos ahí.
El tiempo pasaba leeentameeeente. En un momento de desesperación, un tipo cerca de nosotras se quitó la camisa que llevaba encima de su franela y la extendió para hacer sombra. Cuales viles indigentes, al menos unas ocho personas nos amuñuñamos debajo de la sombra de la camisa, haciendo equipo para agarrarla de los extremos y abarcar todo el espacio posible. Estuvimos unos quince minutos en ese plan hasta que, finalmente, a nadie le dieron los brazos como para seguir sosteniéndola, por lo que tuvimos que sucumbir nuevamente al sol. Para ese momento ya Andrea se había vuelto a reincorporar al grupo, y habíamos hecho dos nuevos amigos que estuvieron con nosotros en absolutamente toda la odisea para entrar al evento.
No recuerdo en qué momento Manuelito volvió a encontrarse con nosotros, pero el punto es que lo hizo y abundaban chistes sobre que "le habían agarrado el culo tres veces, pero la tercera no lo sintió". Franklin (uno de los nuevos amiguis) me usaba vilmente para hacerse sombrita mientras jugaba PSP, y Virginia y Andrea entraban lentamente en negación, delirando por el calor. Para cuando Válery se unió a nuestras filas, ya había pasado como una hora, o quizás hora y media. Empezaba a correrse el rumor de que se habían acabado las entradas y no dejarían entrar a más nadie; pero visto el montonazo de gente que estaba afuera (quizás más que la gente que estaba adentro), estaba claro que si eso era verdad se armaría el alboroto y romperían vidrios y paredes con tal de entrar, luego de calarse varias horas de sol en la cola. El fastidio de algunos era tal que muchos empezaron a irse, incluida una chica que, siendo que esa iba a ser su primera convención, empezó a chillar diciendo que no volvería nunca más a un evento de esos, yéndose indignada. Pero bueno, al menos ella no pasó calor. De todas formas, fueron muchos más los que se quedaron. Había quienes decían que, ya estando ahí, al menos pasarían el día ahí en los alrededores del club; y otros, como yo, que teníamos la esperanza de que al final consiguieran una solución y nos dejaran entrar a todos. No podrían ser tan malos como para dejar a todo ese reverguero afuera… ¿O sí? Para pasar el rato, Virginia y yo empezamos a tomar fotos. Si íbamos a estar ochenta horas ahí, al menos nos entretendríamos.
Los Hamijis en la Cola, de izquierda a derecha: Válery, Andrea, Virginia, Jonathan, Manuelito, Franklin y su servidora.
Paola (a la que capaz y reconocerán de una entrada del año pasado, de una convención a la que iba a ir… pero al final pues no) llegó un rato después, para cuando por fin nuestro grupo había avanzado lo suficiente como para ponerse en la sombrita. Tanto ella como otros dos amigos tenían entrada, por lo que pasaron mucho antes que nosotros luego de que lograran organizar la cola de quienes ya tenían entrada de antemano. Así pues, quedaba ver qué se haría con quienes no teníamos entrada y ya llevábamos más de dos horas ahí estancados. Luego de un rato, se dio la solución a todo: Dado que no había manera de mandar a imprimir las entradas lindas y acartonadas que todos quienes habían comprado en la preventa tenían, lo que se haría sería dejar entrar a los que estábamos afuera, colocándoles un sello en el dorso de la mano a modo de entrada. Así pues, encontrándonos conocidos por ahí y por allá, echándole porras a un tipo que ya se encontraba cerca de la entrada que era igualito al actor de Frodo en el Señor de los Anillos (no joking), socializando con quienes estaban cerca de nosotros, payaseando ante la cámara de mi celular cuando me decidí a grabar nuestra incómoda odisea y cantando toda canción random que se lo ocurría a la gente, logramos avanzar lo suficiente como para llegar a una subidita para subir, finalmente, a la puerta que conectaba con los salones de la convención. Aprovecho para hacer mención especial a un amigo que, haciendo el EPIC FAIL del día, tuvo que hacer la cola con nosotros porque, aunque sí había comprado entrada de antemano, la había dejado en su casa. So, so sad.
El video. Para quienes no puedan verlo, un rápido resumen de las frases que deben ir a la posteridad.
—"PUUUUUUJEEEEEEEEN, PUUUUUUUUJEEEEEEEEEEEN" —Turba enfurecida tratando de avanzar.
—*Acercamiento incómodo al ojo de Franklin* —Su servidora muy, pero muy aburrida.
—"VEEERGA, ME ESTOY MEANDOOOO" "¡Verga! Bueno… ¡Ahí hay matas!" —Válery y un desconocido de lentes sobre las necesidades fisiológicas de la primera.
—"LOS POLLITOS DIIIIIIIIIIICEN, PÍO PÍO PÍOOOO, CUANDO TIENEN HAAAAAMBRE, CUANDO TIENEN FRÍIIIIIIO" —Turba entrando en negación.
—"¡¡Más de diez mil copias obligá's papá!!" —Coño random acerca de los éxitos musicales cantados en la cola.
—"El sudor huele feo." —Coño random acerca de los aromas que empezaban a dar.
—"¡P'al Tumblér!" "Y que Tumblér, es Tumblraralralralrlalrara" —Coños random acerca de la pronunciación de Tumblr.
—*Tira una pokéball a un coño sin razón aparente* —Un tipo muy aburrido estando aburrido.
—"ALLÁ EN LA FUENTE, HABÍA UN CHORRITO, SE HACÍA GRANDOTE, SE HACÍA CHIQUITO" —Turba ya completamente en crisis.
En la subidita, el peligro era inminente. No tanto para quienes estaban en medio de la cola, si no para los desdichados a los que nos habían arrimado tanto que ya estábamos en el bordecito de la rampa. Logré sobrevivir agarrándome de todo brazo que encontraba en el camino para no caer como una plasta a la grama. Para esos momentos, en nuestro muy grande sentido de unidad, nuestro grupo estaba agarrado de las manos, brazos, cabeza, pelo, bolso y todo lo que pudiese ser agarrable para poder entrar juntos y que ninguno se quedase atrás por culpa de la turba enardecida. Una botella de agua mística apareció de la nada y fue prostituida pasando por la boca de todo nuestro sediento equipo, luego de calarnos ya unas dos horas y media de cola, entre sol y empujones. El espacio personal en ese tramo de la cola era inexistente, pero ya no había nada que hacer. Estando tan cerca, era demasiado estúpido echarnos atrás. Niños negritos que parecían sacados de África gritaban a mi lado que eran menores de edad y esto era maltrato infantil, pero ni por casualidad pensábamos dejarles entrar antes que nosotros. Ya cerca de la puerta me separé del grupo para hablar con varios conocidos que recién iban llegando y se preguntaba qué era lo que sucedía (cabe mencionar que para esos momentos la cola detrás de nosotros había desaparecido casi en su totalidad, lo que me dejaba la duda de si todos los de atrás se habían ido… o nos habían empujado sin darnos cuenta y habíamos acabado siendo los últimos), pero apenas veía que la gente se movía volvía de una vez con mi grupo.
FINALMENTE, tras haber llegado a las dos y media y haber entrado casi a las cinco (las cuentas ya no me dan y no sé si estuve dos o tres horas y media en cola), logramos entrar al salón. En vez de un sello, como habían estado diciendo, nos dieron un papelito que claramente habían acabado de imprimir. Pensé que nos lo podíamos quedar como comprobante de que habíamos entrado, pero cuando fui a ver, nos quitaron el papelillo de las manos, lo arrugaron y lo echaron como si nada a la basura. El reciclaje es un mito.
Foto para el recuerdo de cuando POR FIN logramos entrar. Unos demuestran la emoción mejor que otros.
Capítulo cuatro: Ya estando adentro.
Ya adentro, el grupo se dispersó. Mientras Andrea y Válery ya habían agarrado por su lado hacia bastante, Manuelito había ido a buscar a su novia no-oficial, y Franklin simplemente había desaparecido del mapa luego de la foto; Virginia, Jonathan y yo nos encontramos con Paola, Laurita y Tito, quienes ya llevaban rato dentro gracias a que habían comprado las entradas desde antes. Lo primero que hicimos fue ir al Maid Café, a buscar algo para beber antes de morir en la deshidratación, y nos encontramos con la sorpresa de que también había cola para entrar en el café. SAY WUT?
De todas formas, la sed podía más que nada, así que nos calamos la mini-cola para entrar al Maid Café. Ya ahí, en lo que hacíamos la que, pensábamos, era la cola para pedir, nos encontramos con un chico que… la verdad, no recuerdo su nombre, pero él me recuerda a mí. Claro que yo no era la importante en esos momentos, porque el crush que agarró con Paola desde ese momento fue asombroso. Tan asombroso, que le dio igual conocer a Ginia y a Jonathan, conversando con Paola desde la entrada hasta la salida del café. Cabe agregar que el sitio era tipo restaurante, y si querías que te atendieran tenías que tomar asiento y esperar a que llegaran a servirte, y siendo que no había ni asiento ni nadie que sirviera… pues no quedaba de otra que buscar otra solución. El chico crusheado con Paola nos recomendó salir del salón hacia el área de la piscina del club, donde había varios cafetines donde podíamos aprovechar de beber y comer algo. Dicho y hecho, cuando tuvimos la oportunidad salimos escopetados de ahí.
Paola y su admirador anónimo. Algún día descubriré como se llama…
Salimos, encontrándonos con Franklin de pura casualidad, aunque él iba entrando y nosotros saliendo. Paola, que ya no podía con sus pies por los taconazos que cargaba desde las tres de la tarde, aprovechó para cambiarse el calzado mientras nosotros pedíamos algo para hidratarnos y poder sobrevivir cuando nos decidiésemos a entrar nuevamente. Así pues, luego de beber hasta casi emborracharnos sin alcohol y con las pilas puestas, volvimos a entrar al evento.
Me encontré con una amiga en el camino, que había ido cosplayeada de Touko, la protagonista femenina de Pokémon Black & White. Ella me pedía apoyo para ayudarla a ponerse una peluca, y como buena samaritana, fui rauda y veloz a echarle una mano. Entramos al baño, que no destacaba especialmente por su espacio, y nos pusimos manos a la obra… o eso íbamos a hacer, hasta que descubrí que ella no sabía como hacerse la vuelta con su cabello tan largo; y bueno, yo no es que sepa mucho de esas cosas (si me logro poner las pelucas es porque mi cabello es lo suficientemente corto como para que no de problema, porque ni idea de cómo hacer vueltas). Tuvimos que esperar a que otra buena samaritana le hiciese la vuelta para poder colocarle la media que le recogería el pelo y, seguidamente, encasquetarle la peluca con saña. Debo decir que quedé complacida con los resultados una vez que se puso la bandana ninja, con el siempre oportuno apoyo de Paola.
Como Macky debió de haberse sentido luego de tener su look listo.
A partir de ahí, las cosas se pusieron mejor: Tuvimos una sesión de fotos improvisada en una esquina solitaria cerca del Maid Café, nos encontramos con mucha gente conocida y pudimos ver parte de las presentaciones del concurso de Cosplay Individual (en el cual ganó una Sakurita Kinomoto de lo más hermosa, y se presentaron un Aang y un Green Ranger geniales), Cosplay Grupal (del cual no comentaré), y una presentación musical hecha por los Tomodachis (en la que tocaron varias canciones de Zelda <3<3<3<3). Paola, Laurita y yo cantamos hardcoremente el opening de Sakura Card Captors; me encontré con varios hamijis, tomamos más fotos, hicimos trenecito de conga por todas las tiendas… Y pues, en general, todo cool.
Algunas fotos del transcurso de la conve.
Capítulo cinco: A la salida.
La convención terminó a las ocho. O un poco más tarde, no es que lo recuerde exactamente. Para ese momento, habíamos perdido de vista a muchos hacia un rato (y asumíamos que ya se habían ido, mención especial a Paola que estuvo con nosotros hasta las siete), quedando solo Virginia, Jonathan y yo. Jonathan se separó de nosotras dado que iba a aprovechar para que le dieran la cola, así que, editando, quedábamos Virginia y yo. El concurso de Free Dance tuvo que ser cancelado dada la falta de tiempo; sin embargo, los organizadores prometieron que se haría un evento dedicado exclusivamente al baile y la música en Diciembre, por lo que las aguas se calmaron un poco. Ya a la salida poco había que ver, así que esperamos pacientemente a que el padre de Ginia llegase para podernos ir. Cosas destacables de ese lapso de tiempo hay pocas, con excepción de una morena gordita vestida de maid que hizo todo el trayecto desde su stand a la salida bailando el Gangnam Style.
Y fue así como, finalmente, el papá de Ginia llegó y, tras buscar el carro por todo el club por unos diez minutos, finalmente lo conseguimos afuera y partimos.
Epílogo: Opiniones.
Así es como termina este reportaje express (que al final acabó siendo más largo y más tardado de lo que esperaba) <3 Sólo quería escribirlo para dejar esto a la posteridad y leerlo cuando esté vieja y preguntarme como coño me calaba estas cosas. (?) Dudo que alguien vaya a leer esto algún día, así que me lo quedo para disfrute propio. Seguro ni S.C. ni Limón lo leerán, peeero bueno.
Aprovechando para decir que escribió toda la entrada sin interrupción porque no tiene internet y se aburre, se despide
KyokoD (co-bloggeando con S.C. y Limón)